DAI, nueva asignatura, en un nuevo entorno y totalmente
desorientados. Resulta que lo que hemos hecho hasta ahora no ha sido aprender,
ni mucho menos. Aprender a estar sentados, a estar callados y cruzados de
brazos, a pintar sin salirnos de los bordes, a escribir con una caligrafía
perfecta… todo eso es basura en esta nueva asignatura. Ya no tenemos porqué
estar callados ni quietos ni cruzados de brazos… lo que solo permitía atender y
no expresar absolutamente nada.
Asique hemos empezado a liberarnos de todas esas cadenas que
nos han impuesto desde la escuela primaria. Durante la última semana empezamos
con el ejercicio de liberar la mano en el que teníamos que pintar diversos
cuadros siguiendo el procedimiento de otros artistas profesionales. Pero no se
trataba de copiar el dibujo, ni pintar detalladamente…todo lo contrario, hay
que pintar con movimiento, rapidez, sin detalle, siguiendo una metodología sin
ser proyectada, no sabes en qué va a acabar el dibujo en el que te sumerges
hasta el mismo momento en el que los profesores apagan esa música que hace que
te olvides de todo lo que te rodea. Cuando de repente te separas de él y te das
cuenta de que los garabatos que pintabas no eran tan desastrosos.
El primer ejercicio, del día 13 de septiembre, estaba basado
en un cuadro de Twombly:
Del que creamos nuestro primer cuadro. Sobre papel blanco (o
papel negro los que lo eligieran) pintamos una maraña de garabatos negros sin
ningún orden y como era la primera vez que lo hacíamos y estábamos entusiasmados
con la clase, nos olvidamos del cuadro de partida, por lo que en una segunda
fase cambiamos de color y esta vez sí, garabatos ordenados blancos encima del
caos negro:
Del que creamos nuestro primer cuadro. Sobre papel blanco (o
papel negro los que lo eligieran) pintamos una maraña de garabatos negros sin
ningún orden y como era la primera vez que lo hacíamos y estábamos entusiasmados
con la clase, nos olvidamos del cuadro de partida, por lo que en una segunda
fase cambiamos de color y esta vez sí, garabatos ordenados blancos encima del
caos negro:
Justo después de este dibujo, en la misma clase volvimos al
proyector a fijarnos en un nuevo cuadro, esta vez más elaborado, con varios
procedimientos, no como el anterior en el que solo era un movimiento repetido
hasta llenar una gran parte del papel.
Esta nueva obra presentaba una maraña de semicírculos, más
grandes, más pequeños, con líneas verticales, otras oblicuas, pero que al
final, en su gran parte y sobre todo por los bordes se iba difuminando, pero
eso sí, dejando aún ver las formas que habían estado allí.
De eso se trataba, no copiar el cuadro al milímetro, línea
por línea, sino el procedimiento. De esta manera, de los aproximadamente 70
alumnos, cada obra era muy distinta a las otras.
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