Primer jueves de octubre y al entrar en la clase, para variar, no cogimos apuntes de ningún tipo. Simplemente debíamos dibujarnos a nosotros, un autorretrato. Sin embargo no se trataba de un autorretrato normal y corriente sino del interior, captando lo que no se ve de nosotros, no la máscara que se ve desde fuera. Por supuesto seguramente debido a la frialdad del comienzo de la clase en la que aún uno se siente rígido y sin saber que hacer, el resultado fue, precisamente, totalmente frio:
Una vez elejidos por nosotros los que creíamos que eran los mejores dibujos de la clase, nos dimos cuenta por donde iba el tema del día y ahora sí, nos fijamos en algunas de las imágenes de dubuffet y basquiat para guiarnos mejor hacia un dibujo más abstracto (abajo).
Después de este dibujo, hicimos otro más intentando captar aún mas las ideas de los dibujos de un niño, que no se preocupa por pintar sin salirse de las lineas, ni de las proporciones, ni de si las cosas están en su lugar o no; un niño nunca borra porque no se judga, no opina si su cuadro está bien o mal, simplemente es un proceso de diversión en el que no se aleja para ver cómo está quedando y solo pinta.
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